26 de noviembre de 2010

LA MUJER ÍGNEA Y OTROS RELATOS OSCUROS, José Luis Muñoz

La mujer ignea y otros relatos oscuros

La mujer ignea y otros relatos oscuros

Sinopsis

Un miliciano republicano que se conmueve ante el amor de una chiquilla y eso le hace dudar al tener que ejecutar a un terrateniente durante la contienda civil española. Un veterano inspector de policía, a un paso de jubilarse, que intuye que el caso que está a punto de resolver va a ser, definitivamente y en el sentido más amplio del término, el último de su vida. Un agente que debe eliminar, durante un trayecto en tren, a un espía nazi pero intuye que alguien le está tendiendo una trampa y va a terminar ejecutando a un inocente. El cadáver descuartizado de una mujer que hará la vida imposible a su asesino como se la ha hecho cuando estaba viva. Una misteriosa y bella cantante de soul que alterará para siempre la vida del locutor que la entrevista. Un violador confeso que probará en sus carnes su propia medicina. Una inofensiva conversación sobre el mostrador de un bar canario que destapa el rastro de un crimen, entre raciones de queso y vasos de tinto. Dos policías norteamericanos que descubren el cadáver de la mujer con la que soñó media humanidad y ellos como parte integrante de ella. Una historia de pasiones, celos y venganzas entre dos androides. Una misteriosa mujer negra que se convierte en mantis religiosa y se queda con el botín de un atraco casi perfecto que acaba en un baño de sangre por las rivalidades entre sus miembros. Un comensal disgustado por su plato de pasta al dente que decide ajustar cuentas pendientes con el propietario del restaurante. Un oficinista de un banco que es confundido con un asesino a sueldo y decide suplantarlo y dar un vuelco a su monótona vida.

Una niña que escribe sobre sus últimos momentos en el tren de la muerte que le lleva al matadero de Auschwictz. Un misterioso escritor que le cede a un colega primerizo su inabarcable biblioteca y su experiencia en el proceloso mundo de la literatura antes de desaparecer de escena. Unos hermanos recién salidos de la cárcel que van a hacer una visita a un antiguo colega y se encaprichan de su mujer, lo que tendrá consecuencias fatales para todos. Un ajuste de cuentas a muerte en la arena de una playa barcelonesa. El actor porno cuya primera y última película fue la que rodó con la mítica rubia platino que le dejó marcado de por vida. El carácter obsesivo de un escritor de novela negra que lo lleva a convertirse en un asesino cuando comienza a sospechar que su cerrajero no es hombre de fiar. Unas hormigas tenaces que se multiplican, invaden y destruyen todo a su paso. Un iraquí que sufre en sus carnes lo que es la guerra contra el terror, el terror a la enésima potencia.

Veinte relatos de muy diversa factura, fronterizos todos ellos con el género negro y el fantástico, dieciocho miradas inquietantes a la parte más oscura que todos llevamos dentro, desde la Alemania nazi a la España de la guerra civil, desde las historias de amor con fantasmas a las de atracos casi perfectos, terminando en la insoportable guerra de Irak. Escritores fracasados, sicarios que dudan, revolucionarios contradictorios, policías a un paso de la jubilación, androides con pasiones muy humanas, violadores, actores porno demasiado aficionados, pandilleros, psicópatas que se convierten en víctimas, cantantes de soul con voz de terciopelo y la rubia más deseada del mundo recorren las páginas de LA MUJER ÍGNEA Y OTROS RELATOS OSCUROS.

Autor


Seleccionar los relatos que deben componer un libro como este es una labor tan ardua como peligrosa. El criterio del autor es tan subjetivo que puede invalidar su selección. Me serví, entonces, de otro baremo, más neutro y ajeno a mí: reuniría relatos premiados, escasamente difundidos, más otros que han aparecido a lo largo de los últimos años en diversas antologías y revistas. Pero corría el riesgo, bajo ese criterio de selección por el que otros —miembros de jurados o compiladores de relatos para las antologías— habían escogido mis mejores relatos, que el resultado fuera un libro disperso, un cajón de sastre temático y genérico en el que todo tuviera cabida. Una vez ordenados, y releídos, me di cuenta de que el azar había jugado sus cartas a mi favor. Todos los relatos, sin excepción, podían enmarcarse dentro de los dos géneros que más he cultivado a lo largo de mi carrera literaria, el negro y el fantástico, y algunos tenían rasgos de ambos. Además, me di cuenta de que el orden de los relatos, que yo creía fortuito, obedecía a una lógica interna precisa, que el libro se abría con un relato sobre el horror pasado, la guerra civil española, y se cerraba con otro sobre el horror presente, la llamada guerra contra el terrorismo, que el primero estaba próximo en la geografía, pero lejos en el tiempo, y el otro a la inversa, geográficamente muy lejano, pero temporalmente muy cercano.

Se tiende a considerar al relato como pieza menor frente a la novela. Craso error. El relato es una narración cerrada sobre sí misma en la que el autor no se puede permitir el lujo de la digresión, que deja para la novela. El relato, por su brevedad, tiene que enganchar desde la primera a la última línea sin bajar la tensión. El relato, por su factura misma, por su confección en un breve lapso de tiempo, mantiene un tono y un ritmo que la novela no consigue.

El libro, a pesar de que, como he dicho anteriormente, todos sus relatos se muevan entre lo negro y lo fantástico, es diverso y nada reiterativo, porque cada pieza que lo integra, algunas muy breves, otras más largas, difieren en tema, estilo y tono.


Hay relatos de una violencia extrema; otros en los que se cuela el humor y la ironía; los hay que intentan producir escalofríos; negros sí, pero profundamente eróticos; que se mueven en los vericuetos mágicos de la literatura, que es un mundo misterioso en sí mismo; en donde el amor no se sabe si fue realidad o sueño, y quizá no importe; bélicos y de anticipación; gastronómicos e insectofóbicos; sobre el clásico atraco que se resuelve de forma imprevista; de víctimas del más espantoso genocidio; de pandilleros y psicópatas; a uno y otro lado del Atlántico; en uno y otro extremo del mundo.

Lo que sí fue totalmente personal fue la elección del título del libro, que tomé de uno de mis relatos favoritos, «La mujer ígnea», que una vez que escribí y leí me di cuenta de que era un homenaje inconsciente a Julio Cortázar, el gran maestro indiscutible del relato que me enseñó a jugar con las palabras.

Reseñas de la obra

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